El cristal de Swarovski es un tipo de cristal. En esta página, también podrá conocer más sobre otros tipos de cristal, como el cristal de Bohemia o el cristal de Murano.
Cristal de Swarovski, su historia.
El cristal de Swarovski tiene sus comienzos en la visión e iniciativa de Daniel Swartz, nacido el 24 de octubre de 1862 (que más tarde cambiaría su apellido por Swarovski). Hijo de un artesano del cristal del norte de Bohemia.
Como aprendiz de su padre logró adquirir los conocimientos y habilidades que lo harían un excelente artesano en el corte de cristal.
Más tarde, su asistencia a la Primera Exhibición Eléctrica en Viena, trajo consigo la creación de una nueva y precisa máquina para cortar cristal. Esta invención permitía cortar de manera única y con mayor precisión, que el tallado a mano.
Patentó esta nueva máquina, de corte increíblemente preciso 9 años más tarde.
La compañia Swarovski se establece.
A partir de 1913, comenzó a producir su propio cristal. La compañía se estableció en el Tyrol desde Bohemia. Esta localización abastecía de agua y energía (utilizaban agua para suministrar energía a su maquinaria).
Como resultado, sus cristales se transformaron, al ser cortados con formas propias de joyas. Causando una gran expectación e interés para ser propietarios de estas increíbles obras.
Cómo se hacen los cristales de Swarovski
Swarovski fabrica sus cristales en Wattens, Austria. Allí tiene lugar la mezcla perfecta de cuarzo, arena y minerales. Como sería de esperar, la fórmula exacta que da lugar a sus increíbles cristales es uno de los mejores secretos de la firma.
Se debe recordar que el cristal de Swarovski no es una piedra, sino un tipo de vidrio compuesto con óxido de silicio (mineral compuesto de cuarzo) y plomo, que le aporta su aspecto a diamante.
A partir de estas materias primas y de las elevadas temperaturas a las que son sometidas se obtiene finalmente el cristal de Swarovski.
Así mismo, el corte que posteriormente reciben es parte imprescindible del proceso para obtener estas joyas de cristal. Pues no debe olvidarse que es su corte, siguiendo patrones propios de joyas, lo que las hace brillar de manera única.
Cómo se diferencia el cristal de Swarovski.
Su brillo y su talla (corte), son su mejor y mayor distintivo. Cuando observamos un cristal de Swarovski destaca su índice de refractación de la luz. Este efecto es logrado gracias a la utilización de plomo en la fabricación del cristal, aproximadamente un 32% de plomo. Que además acerca su aspecto al de los diamantes.
Del mismo modo, su corte es otro de los aspectos que permiten diferencias un cristal de Swarovski original de una copia. La aproximación y examen, de cualquiera de sus piezas, permite observar el cuidado y exactitud con el que se han cortado cada una de las caras talladas de las piezas. Todas sus tallas son milimétricamente exactas.
Por otro lado, se debe tener en cuenta su dureza. El cristal de Swarovski posee una dureza de 6 sobre 10. Lo cual lo hace delicado a poder sufrir rasguños o desgaste por fricción.
Swarovski Joyeria
Coco Chanel (1883-1971) popularizó la bisutería, aunque ya anteriormente los cristales de Swarovski fueran parte de las colecciones de muchos y famosos modistos.
Y es que ha habido diferentes momentos a lo largo de la historia, en los que la firma Swarovski ha supuesto un aliado de aquellos que han querido adquirir piezas de excepcional belleza sin recurrir a las piedras preciosas (de mayor coste).
Un ejemplo de ello serían los años 30. Como consecuencia de la Gran Depresión económica de esa década y la imposibilidad por tanto de hacerse con piedras preciosas, la alta bisutería ofreció la posibilidad de adquirir piezas únicas, exclusivas, de gran belleza y brillo. Swarovski cumplía su objetivo de “Un diamante para cada persona”.
Durante décadas los cristales Swarovski dieron luz y brillo a cientos de firmas y creadores, ya fuera en Estados Unidos o en Europa. Debido a su ya consagrado éxito, Swarovski decidió en los años 80 lanzar sus propias colecciones.
Quizás la más icónica de sus creaciones fue, el anillo Nirvana (1998), que se convertiría en el más vendido de la firma.
No obstante, Swarovski continúa la tradición de colaboraciones. Ya sea con diseñadores de joyas o artistas de vanguardia como Philippe Ferrandis, Hussein Chalayan o Yoko Ono, quien diseñó una llave de cristal “para abrir el universo”.
La Maison,Martin Margiela trabajó con Swarovski para crear una nueva piedra, o con Jean Paul Gaultier, para quien la casa ideó Kaputt, un cristal de color miel.
Swarovski en la moda.
En 1912, el diseñador de joyas Paul Poiret ya usaba estos cristales en sus creaciones.
Otro ejemplo, lo encontramos en Madeleine Vionnet, que utilizaba cristales Swarovski junto con plumas en sus desfiles. Jean Paquin y Charles Frederick Worth se destacaron por la utilización de los cristales de Swarovski en bordados y joyas.
A partir de los años veinte, la moda incorporó perlas y cristales para decorar y enriquecer tejidos, sobre todo en vestidos de baile o gala. Swarovski nuevamente ofreció, en esta época al sector de la moda, un producto nuevo. Una cinta de cristal, que facilitaba la aplicación de estos directamente sobre tejidos, zapatos y cualquier complemento que se pudiera imaginar.
Chanel en esta época, dio a la bisutería un toque único, un toque Chic, que abrió las puertas e hizo deseable los cristales de Swarovski para la alta sociedad.
Algunos de los grandes diseñadores en los que la firma está fuertemente establecida serían, Chanel, Dior, Versace, Armani, Yves Saint Laurent, Jean Paul Gaultier, Riccardo Tisci para Givenchy, Alber Elbaz para Lanvin, Prada, Mary Katrantzou, Cristopher Kane, Alexander Wang, Oscar de la Renta o Elie Saab.
Destacada fue la colaboración con la firma de Alexander McQueen. Con el diseñador en 1999 se creó el programa Swarovski Collective, destinado al apoyo de diseñadores emergentes. Esta increíble colaboración inspiró a otros muchos diseñadores, que utilizaron desde otra perspectiva los cristales de la firma.
Swarovski en el cine.
En los años 30, el cine fue el refugio de preferencia para escapar de la triste realidad económica.
Cuanto más difícil era la vida diaria, más espectacular era el vestuario de las actrices. Marlene Dietrich en La emperatriz escarlata (1934), filme en el que encarnaba a Catalina la Grande, quitaba el aliento con un traje incrustado con cristales, mientras que Mae West brillaba como un candelabro encendido en No soy un ángel (1933).
Más tarde, en la década de los 50, la firma Swarovski aumenta el brillo de sus cristales gracias a una fina cobertura de partículas de metal. La firma Swarovski, en colaboración con Christian Dior y gracias a Manfred Swarovski (nieto del fundador de la compañía) desarrollaron “Aurora Borealis”. Esta innovación proporciona al cristal un efecto iridiscente y permite además captar el tono de los tejidos.
La relación de Swarovski con Hollywood y el mundo del espectáculo es muy antigua: la casa siempre trabajó mano a mano con vestuaristas y escenógrafos para crear fabulosos trajes, joyas y sets.
La llegada del tecnicolor provocó una profusión de musicales y películas épicas. La fusión del color con la moda y la fantasía resultó irresistible para vestuaristas y escenógrafos, y destapó aún más su imaginación. Filmes como Los caballeros las prefieren rubias (1953), con Marilyn Monroe; Desayuno en Tifanny (1961), con Audrey Hepburn, o Cleopatra (1963), con Elizabeth Taylor, atraían al público tanto por sus estrellas como por sus fabulosas y a menudo centelleantes vestimentas.
Tal fue la fama de los cristales de Swarovski que, por ejemplo, en la película “Los caballeros las prefieren rubias”, Marilyn Monroe cantaba “Diamonds are Girl’s Best Friend” mientras lucía joyas de Swarovski en lugar de diamantes.
Peliculas famosas y Swarovski
Ciertamente, se hace casi imposible nombrar todas las ocasiones en las que los cristales de Swarovski han brillado en la gran pantalla.
Pero algunos ejemplos podríamos encontrarlos en los trajes de Nicole Kidman en Moulin Rouge (2001) y de Natalie Portman en Black Swan (2010), la corona de Emily Blunt en La joven Victoria (2009). Los magníficos juegos de joyas de Keira Knightley en Anna Karenina (2012), de Carey Mulligan en El gran Gatsby (2013) y de Lily James en Cenicienta (2015) fueron realizados con cristales Swarovski. Así como el candelabro de El fantasma de la Opera (2004).
La colaboración de la firma Swarovski es tan estrecha y frecuente con el cine, que tienen equipos establecidos de manera permanente en Hollywood y Londres.
El cristal de Swarovski en la decoración.
La creación de un ratón de cristal supuso el comienzo de una nueva época para la firma de cristal Swarovski.
La aparición de este ratón en 1976, representaba no sólo al icono de aquellos Juegos Olímpicos, si no que fue a su vez el primer objeto de cristal de color plata de la que sería una nueva línea de negocio que actualmente posee más de 120 artículos. La belleza, detalle y excepcional brillo de estas piezas ha logrado hacer de sus compradores, auténticos coleccionistas. Actualmente la actual Sociedad Swarovski cuenta con 400.000 mil integrantes en 35 países.
La creatividad de la marca parece no tener fin. Han creado, modelos únicos de esculturas, botellas, jarrones, lámparas, relojes, etc.
A partir de la creación en 2002 de su proyecto Crystal Palace(Palacio de Cristal), Nadja Swarovski solicita a artistas y arquitectos reconocidos que reinterpreten el candelabro de cristal con diseños de avanzada.
Una de estas espectaculares piezas realizada en colaboración con los diseñadores industriales Ronan y Erwan Bouroullec se instaló en el palacio de Versalles para iluminar una de sus grandes escaleras. Gracias al uso de la luz LED, el candelabro del siglo XXI daba la ilusión de una iluminación propia de velas, como en el siglo XVIII.
Swarovski actualizaba el pasado sin que este perdiera su esencia y belleza.